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La cultura del mundo nos quiere enseñar que el cambio en las personas ocurre de afuera hacia adentro; invitan a imitar el estilo o las acciones de una persona que tiene alguna fama, y si lo hace se verás diferente, quizás le digan que le amaran más o que tendrá más, etc.
Pero Dios nos cambia de adentro hacia afuera. Él nos ama, nos dice que somos creación hermosa y que tenemos todo lo que se necesita para cumplir un propósito de vida
En Él encontramos la paz que nadie ni nada más nos puede dar.
Cuando Dios nos llama a imitarlo, no nos está vendiendo un producto o servicio. Él nos está invitando a abrazar la verdadera identidad, la de ser hijos e hijas, miembros de Su familia.
En la Biblia, en la carta a los Efesios, capítulo 5, verso 1, dice así, “Así que sean imitadores de Dios, pues ustedes son sus hijos amados” (PDT).
Cuando aceptamos la salvación que tenemos en Jesús, nos convertimos en miembros de la familia de Dios; por lo tanto, de la misma manera que los años con nuestros padres terrenales moldearon nuestras acciones y visiones del mundo, el tiempo con nuestro Padre celestial moldea nuestro carácter para que se parezca más al suyo.
Es entonces necesario pasar tiempo con Dios y seguir Su ejemplo, porque de esta manera Sus valores, principios, promesas y Su carácter se vuelven realidad para nosotros.
Es curioso descubrir que con el paso del tiempo muchos de nosotros repetimos los actos o las palabras que nuestros padres nos dijeron alguna vez; y todo porque su influencia improntó nuestro interior; así mismo, hoy, pero de manera consciente, debes dejar que sea Dios quien moldee tu vida, que, como hijos amados de Él, nuestros pensamientos, palabras y acciones se comiencen a alinear con los Suyos.
De esta manera el cambio profundo, verdadero y poderoso se dará de adentro hacia afuera, porque viene del Espíritu de Dios.
Oremos, “Amado Señor, gracias por ser mi Señor y salvador, por Tu amor desbordante, por la paz que me das. Como hijo(a) tuyo decido imitarte para que mi carácter sea como el tuyo. Me apropio de Tus Palabras, de Tus verdades y de Tus promesas, lo creo y declaro en el Nombre de Jesús, Amén”
Versículo: “Así que sean imitadores de Dios, pues ustedes son sus hijos amados” Efesios 5:1 (PDT).